Jacqueline Saburido: La venezolana que transformó el dolor en una lucha contra conductores ebrios en EE.UU.
Sus charlas, campañas y apariciones públicas la convirtieron en un símbolo de resiliencia y prevención vial. Aunque ya no esté, su mensaje continúa salvando vidas y recordando que una mala decisión al conducir puede cambiarlo todo en segundos.

Redacción Panas en Utah.- La historia de Jacqueline Saburido sigue conmoviendo y dejando una huella profunda en la lucha contra los accidentes provocados por conductores bajo los efectos del alcohol. La joven venezolana falleció a los 40 años, el 20 de abril de 2019, en Estados Unidos, y pidió como último deseo ser enterrada en Venezuela, junto a la tumba de su madre.
Durante años, Saburido trabajó de la mano de la Comisión de Bebidas Alcohólicas de Texas para generar conciencia sobre los riesgos de conducir después de beber. “Ella era maravillosa, con un gran sentido del humor, una mujer increíble que se convirtió en una inspiración para mí”, expresó Terry Pence, director de la División de Seguridad del Tráfico de Texas, a BBC Mundo.
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Jacqueline tenía apenas 20 años cuando su vida cambió para siempre. Hija única, vivía en Caracas junto a su padre tras el divorcio de sus padres. Amaba la playa, el baile y las reuniones con amigas. Planeaba culminar sus estudios de ingeniería industrial para ayudar a su padre en su fábrica de aire acondicionado, pero antes quiso perfeccionar su inglés. Con ese objetivo viajó a Estados Unidos en 1999, aprovechando las vacaciones universitarias.
La noche que marcó su destino ocurrió a las cuatro de la madrugada, cuando regresaba de una fiesta en el auto de su amiga Natalia Bennett. Jacqui viajaba en el asiento del copiloto y otras dos jóvenes ocupaban la parte trasera. En la misma carretera circulaba Reggie Stephey, de 18 años, quien volvía a casa tras haber ingerido alcohol. Al perder el control, cruzó la línea divisoria e impactó de frente contra el vehículo de las jóvenes.
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Bennett y otra de las pasajeras murieron en el acto. El automóvil se incendió y Jacqui sufrió quemaduras de tercer grado en más del 60 % de su cuerpo. Las secuelas físicas no detuvieron su espíritu; por el contrario, la impulsaron a convertirse en una voz poderosa contra el consumo de alcohol al volante.
Sus charlas, campañas y apariciones públicas la convirtieron en un símbolo de resiliencia y prevención vial. Aunque ya no esté, su mensaje continúa salvando vidas y recordando que una mala decisión al conducir puede cambiarlo todo en segundos.
Con información de Agencias