Una década en prisión por un estado de WhatsApp: El grito de auxilio de una joven venezolana desde su celda
El caso de Oropeza ha encendido la alarma en organizaciones de derechos humanos y colectivos que denuncian el aumento de detenciones por motivos políticos en Venezuela.

Redacción Panas en Utah.- Merlys Oropeza, una joven venezolana, enfrenta una condena de diez años de prisión tras haber publicado un estado en WhatsApp donde criticó al jefe del Consejo Comunal de su comunidad y a las cajas CLAP, el sistema de alimentos distribuidos por el régimen de Nicolás Maduro. El hecho ocurrió el 9 de agosto de 2024, cuando Oropeza escribió: “Qué triste ver a personas que prefieren la bolsa de gorgojos al futuro de sus hijos”. Esa frase marcó el inicio de un calvario personal y familiar.
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El pasado 18 de junio, el Tribunal Tercero de Juicio de Maturín la declaró culpable por el delito de incitación al odio. El mensaje, que apuntaba directamente a la gestión local del CLAP en Las Carolinas, provocó una denuncia inmediata de la dirigente comunal, quien activó a la Guardia Nacional bajo el amparo de la Ley contra el Odio, impulsada por el oficialismo desde su polémica reelección en 2024.
En prisión, Merlys escribió una carta a sus padres donde expresó el profundo dolor que atraviesa. En su mensaje, confesó sentirse como un peso para su familia y compartió su angustia emocional: “No solo estoy encerrada entre cuatro paredes, también por el peso de mi culpa y tristeza”. Sus palabras reflejan una lucha interna desgarradora. “Estoy rota, mamá. Estoy vacía, papá. Ya no me quedan fuerzas”, continuó, antes de pedir que no la visiten más si eso significa mantener falsas esperanzas.
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El caso de Oropeza ha encendido la alarma en organizaciones de derechos humanos y colectivos que denuncian el aumento de detenciones por motivos políticos en Venezuela. Su historia no solo expone la severidad con la que el régimen persigue las críticas, sino también cómo las redes sociales, incluso a través de una publicación personal, se convierten en un espacio vigilado y censurado.
Mientras su familia lidia con la tristeza y la impotencia, Merlys permanece tras las rejas por expresar una opinión. Su historia, marcada por el castigo desproporcionado, abre una nueva herida en el debate sobre la libertad de expresión en Venezuela. Una década de encierro por 14 palabras publicadas en un estado digital.
Con información de Agencias