De limpiar casas a conquistar paladares: La venezolana que hornea su futuro en Utah
Con metas claras, Andreina trabaja para montar su propio local y distribuir sus productos en tiendas locales. Su historia demuestra que los comienzos difíciles también pueden ser dulces. Y que el verdadero secreto del éxito, a veces, está en atreverse a mezclar amor, sabor y mucha fe.

Lehi, Utah.– La venezolana Andreina Albornoz llegó a Estados Unidos cargando más incertidumbre que maletas. Migró desde su país junto a sus tres hijos y sin una red de apoyo. Enfrentó jornadas agotadoras, primero limpiando casas y luego trabajando en una cafetería. Pero mientras muchos se rendían ante el cansancio, ella eligió mezclar coraje, harina y esperanza.
Así nació Sweet Fiore Bakery, el emprendimiento que ha transformado su cocina en un rincón de sabores con sello venezolano. Desde tortas tres leches con toques modernos como Oreo o Ferrero Rocher, hasta milhojas y quesillos tradicionales, Andreina no solo hornea postres, sino también sueños.
La repostería forma parte de su historia desde niña. Aprendió el oficio a los 12 años, en su natal Barcelona, estado Anzoátegui, inspirada por su abuela paterna. Hoy, esas raíces se mezclan con su experiencia migrante para crear recetas que despiertan emociones y cruzan fronteras.
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Durante sus primeros meses en Utah, Andreina se levantaba a las 3:30 a. m. para comenzar jornadas de diez horas junto a su hija. En una de esas madrugadas, reflexionó: “¿Por qué no intentarlo si mis postres gustan tanto?”. Ese pensamiento marcó el punto de partida para atreverse y dejar atrás el miedo.
Actualmente, Andreina trabaja entre semana en el área de producción de una reconocida empresa de blanqueamiento dental. Al regresar a casa, cambia su uniforme industrial por el delantal y se dedica a su pasión. Durante los fines de semana, se entrega por completo a su negocio, donde colabora con sus dos hijas.
La producción depende de la demanda semanal, pero siempre mantiene un estándar claro: calidad sin atajos. Utiliza ingredientes premium e incorpora productos venezolanos como la vainilla y el chocolate local. “Cada postre es artesanal y lleva una parte de mi historia”, afirma.
La comunidad venezolana en Utah ha recibido con entusiasmo su propuesta. También ha encontrado respaldo entre estadounidenses que aprecian la fusión de tradición y creatividad. “Utah me abrió las puertas y yo le retribuyo con lo que mejor sé hacer”, dice con orgullo.
Con metas claras, Andreina trabaja para montar su propio local y distribuir sus productos en tiendas locales. Su historia demuestra que los comienzos difíciles también pueden ser dulces. Y que el verdadero secreto del éxito, a veces, está en atreverse a mezclar amor, sabor y mucha fe.
Con información de La Patilla