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Resumen: Ataques de EE.UU. en el Caribe y el Pacífico dejan más de 100 muertos y elevan la tensión regional

La cronología de estas acciones muestra una escalada sostenida en los últimos meses, con operaciones cada vez más frecuentes y letales.

Estados Unidos / Redacción Panas en Utah.- A pocos días de finalizar el 2025, las Fuerzas Militares de Estados Unidos ejecutaron un nuevo ataque contra una presunta embarcación vinculada al narcotráfico en el océano Pacífico oriental. El Comando Sur de EE.UU. informó que la operación dejó dos personas fallecidas. Este hecho se sumó a una serie de acciones militares que Washington mantiene desde septiembre en aguas internacionales del Caribe y el Pacífico.

Desde el 2 de septiembre, Estados Unidos destruyó 31 botes en 27 ataques dirigidos contra embarcaciones que, según versiones oficiales, transportaban drogas. Washington sostiene que estas operaciones buscan frenar el tráfico internacional de narcóticos, aunque no ha presentado pruebas públicas que respalden cada una de las acciones. El balance humano resulta contundente: al menos 107 personas murieron como consecuencia de estos ataques.

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Las operaciones se desarrollaron sin procedimientos judiciales conocidos y sin una declaración formal de guerra por parte del Congreso estadounidense. Este contexto ha generado cuestionamientos legales y políticos dentro y fuera de la región. Al mismo tiempo, el gobierno de Donald Trump mantiene un clima de confrontación creciente con Venezuela y Colombia, marcado por declaraciones cruzadas entre Trump, el presidente venezolano Nicolás Maduro y el mandatario colombiano Gustavo Petro.

Las acciones militares en el Caribe comenzaron tras el despliegue de buques de guerra estadounidenses en la zona. Washington insiste en que la misión apunta exclusivamente al combate contra los cárteles de la droga. Sin embargo, el gobierno venezolano rechaza esa versión y afirma que Estados Unidos persigue un objetivo político más amplio, vinculado con un cambio de régimen.

Nicolás Maduro calificó los ataques como “ejecuciones seriales” y solicitó a la Organización de las Naciones Unidas una investigación internacional. El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino, describió la situación como “una guerra no declarada”, mientras la Cancillería venezolana denunció una amenaza militar directa por parte de Washington.

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Desde Colombia, Gustavo Petro expresó su rechazo a este tipo de operaciones y afirmó que siempre se opondrá a genocidios y asesinatos cometidos desde el poder en el Caribe. Sus declaraciones reflejaron la preocupación regional por el impacto humanitario y político de los ataques.

La cronología de estas acciones muestra una escalada sostenida en los últimos meses, con operaciones cada vez más frecuentes y letales. Mientras Estados Unidos defiende su estrategia de seguridad, las críticas internacionales aumentan y el debate sobre la legalidad y las consecuencias de estos ataques continúa abierto en el escenario regional e internacional.

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