¿Volverían los venezolanos a casa? Estudios revelan que el mayor reto no es económico
Redacción Panas en Utah.- ¿Volverían los venezolanos a casa? Diversos estudios sobre migración coinciden en una conclusión clave: una parte significativa de los venezolanos en el exterior no planea regresar al país en el corto ni mediano plazo, incluso ante un eventual cambio político. Las razones superan lo económico y se vinculan con factores culturales, sociales y simbólicos que influyen de manera directa en la decisión de volver o no.
La narrativa dominante suele presentar la migración venezolana como una huida forzada por la crisis. Sin embargo, los datos y los testimonios muestran un panorama más amplio. Muchos ciudadanos abandonaron el país por un rechazo profundo a la cultura cotidiana, al desorden institucional y a un estilo de vida que no sentían propio. Ese grupo habría considerado la emigración aun sin la existencia de una dictadura.
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El comportamiento migratorio en América Latina refuerza esta lectura. Colombia, un país con mejoras económicas sostenidas durante las últimas dos décadas, registra cifras récord de salida de jóvenes profesionales. Ese fenómeno demuestra que el progreso material no garantiza arraigo cuando las expectativas personales y culturales apuntan hacia otros modelos de sociedad.
En el caso venezolano, cientos de miles de personas solicitaron asilo político en países desarrollados. Aunque muchos no enfrentaban persecución directa, el contexto general les permitió regularizar su situación migratoria y comenzar de cero. Esa vía habría estado disponible para ciudadanos de cualquier nacionalidad bajo condiciones similares, lo que confirma que la migración también respondió a oportunidades externas.
En Venezuela y en otros países del Caribe y la región andina, emigrar se convirtió en un símbolo de estatus. Para muchas familias, representa un logro comparable a graduarse de una carrera tradicional. En conversaciones cotidianas y en redes sociales, madres venezolanas comparten con orgullo el país donde reside su hijo, ya sea España, Estados Unidos, Italia o Australia. Ese relato refuerza la idea de que salir equivale a progresar.
La noción de retorno, bajo ese marco, genera resistencia. Volver implica, para algunos, admitir un fracaso o retroceder en términos sociales. Además, muchos migrantes expresan incomodidad y vergüenza frente a conductas incívicas de compatriotas en el exterior, las cuales asocian con una degradación cultural que atribuyen al chavismo. Para ellos, la Venezuela anterior a ese proceso ya no existe.
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Ante un eventual cambio de gobierno, los estudios señalan que el país podría atraer antes a inversionistas y trabajadores extranjeros que a una diáspora masiva de retorno. La reconstrucción demandará años y estabilidad sostenida. No obstante, los hijos de los migrantes, formados en otros contextos, sí podrían considerar a Venezuela como una oportunidad futura.
El mayor desafío del país no se limita a recuperar la economía. Venezuela necesita reconstruir una cultura basada en el respeto a la ley, el orden y la convivencia. Sin ese cambio estructural, el retorno seguirá siendo una opción lejana para millones de venezolanos.
Con información de El Nacional



