Tensión en el centro de Bogotá tras enfrentamientos entre aficionados de Colombia y Venezuela (+VIDEO)
La situación deja en evidencia que, incluso en la celebración deportiva, la convivencia pacífica debe prevalecer. El llamado general es a disfrutar del fútbol con respeto y a entender que la rivalidad no puede justificar la violencia, manteniendo el deporte como un puente cultural que une a las comunidades, independientemente del marcador final.

Redacción Panas en Utah.- Bogotá vivió una tarde de tensión luego de que se registraran disturbios en el centro de la ciudad, cerca de la Universidad de Los Andes. Los enfrentamientos involucraron a ciudadanos venezolanos y colombianos y se produjeron tras el partido de Eliminatorias en el que la selección de Colombia superó a Venezuela. La rivalidad deportiva escaló rápidamente, transformando la pasión por el fútbol en un conflicto físico que alarmó a transeúntes y residentes de la zona.
Las confrontaciones se desarrollaron en plena vía pública, donde grupos de aficionados se enfrentaron con golpes y objetos arrojados, generando una situación de caos. Las imágenes que circularon en redes sociales mostraron escenas de violencia intensa, reflejando cómo la euforia y la frustración pueden desbordarse cuando el deporte se interpreta más allá de su propósito recreativo.
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Las autoridades locales intervinieron de inmediato para dispersar a los grupos y restablecer la seguridad en el área. La Policía de Bogotá indicó que reforzarán los operativos en zonas céntricas durante los partidos de alto riesgo, buscando prevenir que la rivalidad deportiva se transforme en confrontación callejera.
Testigos afirmaron que la situación tomó por sorpresa a muchas personas que transitaban por la zona. “No esperábamos ver algo así. La pasión por el fútbol está bien, pero nunca pensé que llegaría a peleas tan violentas en plena calle”, comentó un residente cercano al lugar de los hechos.
Especialistas en convivencia ciudadana resaltan la importancia de separar la competencia deportiva de la violencia. Señalan que los partidos de fútbol deben servir como un punto de encuentro y de celebración colectiva, y no como excusa para conflictos físicos. La educación, la cultura de respeto y el autocontrol se vuelven claves para evitar que la rivalidad trascienda las gradas y se convierta en un riesgo para la comunidad.
Este episodio se convierte en un recordatorio de que la pasión por el deporte requiere límites claros. Aunque la emoción por un triunfo o la frustración por una derrota puede ser intensa, las autoridades y la ciudadanía deben garantizar que el fútbol siga siendo un motivo de unión y disfrute, no de enfrentamientos.
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La situación deja en evidencia que, incluso en la celebración deportiva, la convivencia pacífica debe prevalecer. El llamado general es a disfrutar del fútbol con respeto y a entender que la rivalidad no puede justificar la violencia, manteniendo el deporte como un puente cultural que une a las comunidades, independientemente del marcador final.