São Paulo, 28 may (EFE).- El juez brasileño Alexandre de Moraes, en la mira del Gobierno del presidente Donald Trump, es el rostro más prominente de la lucha contra la desinformación en Brasil, gracias a decisiones que le han valido tanto alabanzas de la izquierda como críticas de la ultraderecha.
El secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, anunció este miércoles una restricción de visados para funcionarios extranjeros que “censuren” a ciudadanos del país norteamericano.
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Aunque el comunicado no menciona a De Moraes, el propio Rubio reconoció la semana pasada en una audiencia en el Congreso que había una “gran posibilidad” de sancionar al juez.
Este magistrado de la Corte Suprema, nacido en la ciudad de São Paulo hace 56 años, ha liderado algunos de los casos más espinosos de la justicia brasileña y está desde hace años en el centro de la conversación pública, algo poco habitual para un miembro del máximo tribunal.
Las personas de a pie lo conocen como ‘Xandão’, un mote que se puede traducir como ‘el gran Alexandre’.
En el Supremo desde 2017, fue nombrado por el expresidente de centroderecha Michel Temer después de ejercer como su ministro de Justicia.
En esa época, era celebrado por una parte de la derecha por su trabajo de combate al crimen organizado, mientras que la izquierda lo veía con desconfianza, debido a su vínculo con gobiernos conservadores.
Esa división de opiniones se dio la vuelta durante la administración del ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022), quien lanzaba continuos ataques contra el Supremo y el sistema electoral del país, y llegó a clamar que no cumpliría órdenes de un “canalla”, en referencia a De Moraes.
Como presidente del Tribunal Superior Electoral durante la campaña para los comicios de 2022, el magistrado ordenó eliminar cientos de noticias falsas y bloquear cuentas en redes sociales, principalmente de bolsonaristas, que lo acusaron de querer censurarlos.
“No se debe confundir la libertad de expresión con impunidad para la agresión”, ha defendido en varias ocasiones De Moraes.
En este contexto, echó un pulso con el dueño de la red social X, el magnate Elon Musk, y bloqueó las cuentas bancarias de sus empresas en Brasil por negarse a cumplir las órdenes judiciales.
Musk lo tachó de “dictador con toga” y llamó al Congreso a destituirlo, pero terminó por dar su brazo a torcer y X, por acatar las resoluciones.
La animosidad que despierta el magistrado en la ultraderecha aumentó aún más si cabe cuando votó a favor de la inhabilitación de Bolsonaro por reunirse con embajadores extranjeros durante la campaña para criticar las urnas electrónicas de forma infundada.
En la actualidad, es relator del caso que investiga al expresidente por un supuesto intento de golpe de Estado para tratar de impedir la toma de posesión del actual mandatario, Luiz Inácio Lula da Silva.
De acuerdo con las investigaciones de la Policía, los involucrados hicieron planes para asesinar a De Moraes, además de a Lula.
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La contundencia de sus decisiones ha sido aplaudida por el Gobierno actual, quien ha valorado el compromiso del magistrado con la democracia y el combate contra la desinformación.
Por otro lado, parte de la opinión pública y algunas voces del mundo jurídico han criticado como excesivas las sentencias de la alta corte contra los participantes en la turba golpista que atacó las sedes del Supremo, Congreso, y Presidencia el 8 de enero de 2023.
Con la llegada de Trump a la Casa Blanca, personalidades de la ultraderecha como Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente, han viajado a EE.UU. para pedir sanciones contra el magistrado.
Sin embargo, las presiones no parecen haber hecho mella en De Moraes, quien abrió esta semana una investigación contra Eduardo por supuestamente intentar intimidar e influir desde el extranjero sobre la impartición de justicia en Brasil.
Jon Martín Cullell – EFE
